La evolución del monitoreo y la seguridad en la empresas

¿Cuál ha sido la evolución del monitoreo y la seguridad en las empresas?

La historia del monitoreo no comenzó en una oficina ni en una fábrica, sino en un campo de pruebas militares en plena Segunda Guerra Mundial, cuando Walter Bruch, ingeniero eléctrico alemán, inventó el primer CCTV para monitorear el lanzamiento de cohetes V-2. .

El monitoreo de personal dentro de las organizaciones no es algo nuevo. De hecho, su historia se remonta a varias décadas atrás:

A finales de los años 80, la gran novedad en seguridad era instalar cámaras CCTV dentro de bancos, fábricas, unidades militares y entidades gubernamentales.

La idea era simple: “vigilar” qué pasaba en el piso de producción, en las oficinas y sus alrededores, así como disuadir robos, vandalismo o comportamientos indebidos. En ese entonces, el monitoreo era visual, físico y reactivo: alguien debía estar mirando las pantallas para que funcionara.

Con el tiempo, los computadores llegaron a las oficinas, y junto con ellos los primeros sistemas digitales: controles de acceso con tarjeta, registros de asistencia y software básico para medir productividad.

Cuando el Internet se masificó, en los años 2000, las compañías descubrieron otro reto: ¿qué hacían sus empleados frente a la pantalla?
Así nacieron las primeras herramientas para registrar correos, navegación y uso de aplicaciones.

Más adelante, con la llegada de la nube y el Big Data, ya no se trataba solo de observar, sino de analizar patrones de comportamiento, generar respuestas automáticas, prevenir fuga de información, detectar riesgos internos y cumplir regulaciones.

Al igual que en sus inicios, como con las cámaras CCTV, muchos empleados lo percibieron como un atentado contra su dignidad, como desconfianza por parte de la empresa, incluso algunos sindicatos alegaban invasión de la privacidad y trato “carcelario”.

El cambio de percepción llegó cuando se mostró el beneficio mutuo, las cámaras no solo protegían al empleador (reducían hurtos internos, fraudes, mejoraban la seguridad física, etc), también daban respaldo al empleado (pruebas en caso de acusaciones falsas, acoso laboral, agresiones, accidentes, etc). La narrativa cambió: de “vigilar al trabajador” a “proteger al trabajador y la empresa”.

Hoy nadie se sorprende de que haya cámaras en una oficina, tienda o fábrica. Lo ven como parte normal del entorno laboral.

En la actualidad, el monitoreo se apoya en IA, machine learning y analítica avanzada para entender cómo trabajan los equipos en entornos híbridos y remotos. Ya no hablamos de “vigilar”, hablamos de proteger activos, optimizar procesos y construir confianza.

La evolución del monitoreo laboral es un reflejo de la evolución misma del trabajo:
de lo físico → a lo digital → a lo inteligente.

Y la gran pregunta es:

¿seguiremos viendo estas herramientas como mecanismos de control, o aprenderemos a usarlas como palancas de productividad y seguridad para los trabajadores y las organizaciones?